Bienvenidos al blog Crónicas Aldeanas, creado por Félix Anesio, para la difusión de mi obra literaria y la de todos aquellos que deseen colaborar. Asimismo, servirá para la promoción de otras manifestaciones artísticas y culturales.

Tale of Two Villages, created by Felix Anesio, for the promotion of my literary works, as well as any other participants who wish to collaborate. Also, this blog will promote other artistic and cultural manifestations.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Dos poemas de Carmen Franco



Poema I

La única variante para quedar absuelta,
De las llamaradas sublimes de un amor
Incorruptible, es escapando de las dudas.
Dar un salto mortal sobre los harapos
Que vestirá en la hora final,
Un amor de tales magnitudes.
Y no ser correspondido es un desgaste
Innecesario de la vida, un despilfarro
De emociones, un puesto vacante
Entre el silencio y los sonidos,
Que pudieran anunciar
La creación feliz de un universo.

Poema II

Aunque te parezca un arrebato,
Un disloque, un desespero,
Lo cierto está entre tú y yo,
Como una luz que apunta
Hacia las huellas…
Nada podrá borrar el recuerdo
De los claros misterios que
Resistieron el pasado, siguiendo
El camino de las aguas.
Algo hay aquí que no declina,
Que no sucumbe ante la negación,
A mi suplica de amarte, recio
Como las aves que curan
La maltratada piel del aire.

lunes, 6 de septiembre de 2010

"Poem to an Unknown Woman", by Manny Delgadillo.

And again I feel the harsh grating
Of sorrows palpitating in the
Tomb-recesses of my brain:
Faltering like the wind.

And again the cosmic indifference
Anchored in me awaits the
Image of faces: no, one face.

And again the phantasmagoric curlicues
Of this face haunt me
Day and night--over, over;

Until the swift serenity of Death claims me
And lays bare those same whitewashed
Sorrows, and your face of all faces remains
Imprinted with looks of obscene serenity
And smelling of white oleander.

"Poema a una Mujer Desconocida", de Manny Delgadillo

Y de nuevo siento la ruda aspereza
De las penas palpitando en el
Recóndito sepulcro de mi mente:
vacilante como el viento.

Y de nuevo esa cósmica indiferencia
Anclada en mi
Espera la imagen de los rostros:
No, de un rostro!

Y de nuevo sus fantasmagóricos adornos
Me acechan día y noche--una, otra vez.
Hasta que la pasmosa serenidad
De la Muerte clame por mi
Mientras pone al desnudo
las penas encubiertas.

Ese rostro, de entre todos los rostros
Continúa impreso con miradas de
Una obscena quietud,
oliendo a adelfas blancas.